domingo, 25 de enero de 2009

El tercer pilar del islam , El zakat

El zakat
. El Zakat purifica la propiedad de las personas con recursos, aligerándolas de aquellos incrementos que ya no le pertenecen, los incrementos que deben distribuirse entre los debidos beneficiarios. Cuando debe pagarse el Zakat, un determinado porcentaje de la riqueza debería distribuirse inmediatamente de la forma correcta, porque ya no pertenece al propietario la posesión moral o legal de ese porcentaje (2,5 %). Si no lo hiciera así, estará reteniendo, obviamente, algo que no le pertenece. Eso es corrupción y pura usurpación desde todo punto de vista, tanto moral como espiritual, legal y comercial. Significa que el porcentaje retenido de manera ilegítima convierte en impuro y compromete la totalidad de los bienes. El capital puro y las posesiones honradas son los primeros requisitos de la prosperidad permanente y las transacciones honestas.El Zakat no sólo purifica la propiedad del contribuyente, sino que limpia también su corazón de egoismo y codicia de riqueza. Por consiguiente, libera el corazón del receptor de envidia y desconfianza, de enemistad y desasosiego, introduciendo en él buena voluntad y cordiales deseos hacia el contribuyente. Consecuentemente, la sociedad en general quedará purificada y libre de sospecha y de la lucha de clases, de desconfianza y rencores, de corrupción y desintegración, y de todos sus males.
LA cuota a pagar del zakat

Todo musulmán, hombre o mujer, que tenga al final del año más de 35.000 pesetas aproximadamente en efectivo , o en artículos de comercio, debe dar el Zakat a razón del dos y medio por ciento, como minimo. En el caso de disponer de la cantidad en efectivo la cuestión no es dificil; más, cuando un a persona posee riqueza en stocks o articulos comerciales, debe evaluarla al final de cada año, de acuerdo con el valor normal, y dar el Zakat a razón del mismo porcentaje de dos y medio por ciento del valor total de la riqueza. Si su inversión se cifra en bienes inmuebles, como edificios e industrias, la cuota del Zakat se calculará sobre el total neto de los ingresos, y no sobre el valor total del conjunto de los bienes. Pero, si comercia o pone a la venta edificios y casas, la cuota del Zakat se calculará sobre el valor total de todas las propiedades. Del mismo modo, cuando alguien sea acreedor y la persona deudora sea solvente, se pagará el Zakat con arreglo a la cantidad que ha prestado, pues sigue siendo una porción de su riqueza garantizada.

Hay que recordar, en todos los casos, que sólo se paga por el saldo neto. El Zakat corresponde al saldo neto después de haber pagado sus gastos personales, sus estipendios familiares, desembolsos necesarios y los créditos debidos.

Es preciso recordar también que la cuota del 2,5 % representa sólo un minimo, en momentos de emergencia, o cuando aumentan las necesidades, no existe límite; cuanto más se da, mayor beneficio reciben todos los interesados. La distribución del Zakat sirve a todos los fines para los que se lanzan numerosas campañas de captación de fondos. El fondo del Zakat sustituye a todos los demás. Es cierto lo que nadie estaba facultado a recibir el Zakat; todos los súbditos - Musulmanes, Cistianos y Judíos- del basto imperio islamico poseían lo suficiente para satisfacer sus necesidades, y los mandatarios tenían que depositar los cobros del Zakat en el tesoro público. Ello indica que cuando se cumple correctamente la ley del Zakat se reducen las necesidades de los ciudadanos y se enriquece la hacienda pública, en tal medida que no puede haber necesitados ni pobres, disponiéndose además de enormes superávits.

El inagotable poder de esta eficaz medida de interés público deriva del hecho de que constituye un precepto divino, un mandato recibido del mismo Dios. No se trata de una cuestión personal, ni de una contribución voluntaria; es, más bien, una obligación de cuyo cumplimiento será cada uno responsable directo ante Dios. Habida cuenta de que el Zakat debe exigirse en interés común, por ser legislación establecida por el mismo Dios, ningún musulmán está autorizado a descuidarla. Cuando no se observa correctamente, las autoridades legítimas del Estado deben intervenir, en nombre del pueblo, para confirmar la institución y comprobar su justo cumplimiento.

los justos perceptores del zakat

El Sagrado Corán clasifica los justos receptores del Zakat del modo siguiente:

1. Los musulmanes pobres, para mitigar su escasez.
2. Los musulmanes necesitados, para proveerles de medios con los que poder ganar su subsistencia.
3. Los nuevos musulmanes conversos, para permitirles estabilizarse y satisfacer sus nuevas necesidades.
4. Los musulmanes prisioneros de guerra, para liberarlos mediante el pago de rescate.
5. Los musulmanes endeudados, para descargarlos de las obligaciones contraidas por necesidades apremiantes.
6. Para pagar los salarios de los empleados musulmanes nombrados por un gobernador musulmán para el cobro del Zakat.
7. Los musulmanes al servicio de la causa de Dios, por medio de la invistigación, estudio o propagación del Islam. Esta contribución se dedica a cubrir sus gastos y ayudarles a continuar sus servicios.
8. Los musulmanes viajeros, que se encuentran perdidos en una tierra extraña y requieren asistencia.

El El receptor merecedor del Zakat es aquel que no cuenta con nada para satisfacer sus necesidades o posee poco ( menos de 35.000 pesetas al terminar el año).
Si alguien dispone aproximadamente de 35.000 pesetas o más debe ser contribuyente, no receptor del Zakat. Cuando un receptor recibe su cuota y encuentra que es suficiente y le queda un saldo próximo de las 35.000 pesetas, no debe aceptar nada más. Ha de devolver cuanto reciba para dárselo a otros receptores más apropiados.

El zakat puede distribuirse directamente a personas de una o varias de dichas clases, o a organizaciones de bienestar que cuiden de ellas. Puede repartirse, igualmente, en forma de becas a investigadores y estudiantes musulmanes brillantes y prometedores, o en forma de subvenciones a organizaciones del bienestar e instituciones de servicio público, que patrocinen tales causas.

Un musulmán pobre incapacitado o inválido goza de preferencia ante el sano, capaz de procurarse algunas ganancias. El contribuyente deberá servirse del mejor para encontrar a los beneficiarios más merecedores.

Los impuestos que pagamos actualmente a los gobiernos no sustituyen este deber religioso. Debe considerarse como obligación especial y pagarla por separado aparte de los tributos gubernativos. Ahora bien, los musulmanes de norteamérica, por ejemplo, pueden beneficiarse de las leyes fiscales, que permiten ciertas deducciones para obras benéficas. Deben pagar su Zakat a los beneficiarios merecedores y reclamar después las cantidades pagadas como deducciones legales adecuadas.